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Bankinter

lo ha conseguido

La televisión encendida. Solo hay anuncios. Estoy sentada en el sofá, pero como a casi todos nos pasa, mis ojos están pegados al móvil y mi atención es solo dueña de Instagram. Pero entonces ocurre, lo que no con mucha facilidad, hace despegarme de los efectos adictivos de las redes sociales. Empiezo a oír una melodía un poco melancólica que me hace querer saber de qué se trata y escuchar. Levanto la mirada del móvil y durante minuto y medio aproximadamente, se me eriza la piel, soy más vulnerable y mis sentimientos afloran. Cuando acaba, el mensaje del anuncio y las emociones que me han generado me perduran durante unos minutos. Bankinter lo ha conseguido. 

 

Hoy en día pocas son las empresas las que no utilizan una estrategia emocional. Desde hace tiempo podemos observar como el elemento emocional es imprescindible en un anuncio para captar la atención y hacer al espectador parte de él. Y es que ofrecer una experiencia funciona. 

 

Por eso, el anuncio de Bankinter es el claro ejemplo de que contándonos una historia consiguen generar un vínculo emocional en nosotros, nos hacen sentirnos identificados y lo más importante nos convertimos en protagonistas, porque esos mensaje cuentan nuestra historia y relatan las situaciones que vivimos como sociedad. “Pero a veces si paramos, descubrimos lo importante”, “Pero lo más importante es seguir aquí con vida”, “Por todos los que se fueron y nos dejaron sus sueños”, “Habrá que salir ahora y alegrar la melodía”.

 

Y es que, ¿Cuál es la receta para que Bankinter consiga todo esto? Sin duda, mensajes que trasladan unas emociones en concreto y que relatan nuestras experiencias en un momento donde somos más vulnerables. Pero no solo eso, sino que la clave de estos mensajes están en ser acompañados de un importantísimo elemento a la hora de comunicar: la música. Y es que sin la música no se hubiera conseguido el mismo impacto. La música se convierte en un elemento de gran ayuda a la hora de comunicar un mensaje en concreto y hacernos llegar lo que se quiere trasladar. Y es que la melodía correcta nos eriza la piel, nos hace más vulnerables y aflora nuestros sentimientos. 

 

Por lo tanto, sin estos potentes elementos comunicativos, lo más probable es que mis ojos hubiesen seguido pegados al móvil, mi atención hubiera seguido siendo dueña de Instagram y no me hubiera despegado de los efectos adictivos de las redes sociales, para levantar la mirada y ver lo que hay en mi tele ya encendida.

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